La visión es la manifestación más enigmática del psiquismo. En la ciencia de la visión convergen ciencias como la física, la óptica, la biología y la neurología, la psicología, la epistemología, la inteligencia y la visión artificial, la ingeniería del conocimiento, así como sistemas formales de diverso origen, como el teorema de Fourier. La ciencia de la visión busca conocer qué es la visión como manifestación más compleja y sorprendente de la sensación-percepción. Apunta a las causas reales que explican la génesis evolutiva de los sistemas visuales en la escala zoológica. Pero la emergencia evolutiva de la visión es básica para explicar los sistemas sensorio-perceptivos y su conexión con los determinismos de las respuestas adaptativas primordiales que desembocan en la configuración neural del “sujeto psíquico” y en la “inspección atentiva” del universo perceptivo para impulsar y controlar las respuestas óptimas al medio.
El “sistema causal” de la sensación-percepción es el necesario fundamento de toda explicación científica de la arquitectura psíquica. Si la conciencia es la integración de los sistemas sensitivo-perceptivos, las teorías de la conciencia determinan el acceso lógico a los grandes paradigmas de las ciencias humanas: el mecanicista-reduccionista-computacional y el emergentista-evolutivo-funcional. Su diferencia esencial radica en atribuir a la conciencia un puro papel epifenomenalista o concederle una causalidad descendente en interacción con los mecanicismos neurales que en parte se controlarían desde el sujeto psíquico.
¿Cómo explicar las causas evolutivas de la arquitectura psíquica? El explicandum es nuestra experiencia fenomenológica: la unidad de la conciencia, sus aspectos holístico-campales y la indeterminación del choise o volición. Las evidencias científicas, sobre todo neurológicas, apuntan hoy al emergentismo. Su base es la teoría de engramas o redes neurales mecano-clásicas que explica la topología ordenada del sistema neural como correlato causal de la actividad psíquica. Sin embargo, las insuficiencias explicativas de la neurología clásica “reduccionista” tienen abierto en la actualidad un horizonte heurístico congruente de superación por la vía de la neurología cuántica (vg. en la hipótesis de Hameroff-Penrose). Pero esta ontología primordial del mundo psíquico –en parte mecano-clásica y en parte mecano-cuántica– habría producido la organización evolutiva de las redes lógicas que regirían las funciones de la mente de acuerdo con sistemas seriales o paralelos describibles por una variedad de modelos formales y computacionales, siempre entendidos en el marco de la metáfora débil del ordenador.