La eficacia creativa se desarrolla por medio de la educación, y los logros obtenidos no son pasajeros, sino que perduran a lo largo de toda la vida.
“Desde mi experiencia personal –dice la autora– de muchos años trabajando en el intento de hacer una escuela creativa, veo la creatividad como el resultado de una educación concebida desde la espontaneidad, unicidad, respeto y tolerancia por todos y cada uno de los talentos manifiestos y ocultos en todos y cada uno de nuestros alumnos y alumnas, siendo el maestro/a el promotor inmediato al que corresponde ofrecer las condiciones precisas para que esto se haga realidad: facilitar el éxito, felicitar por él, valorar las iniciativas y proyectos, y también las críticas y opiniones, motivar constantemente, dar participación, ser positivo, incorporar los intereses… en definitiva, tener la mente puesta en el futuro y abierta al mundo que nos rodea”.
Isabel Agüera nos muestra aquí cómo plasmar las “buenas ideas” en un currículo concreto: Matemáticas, Lengua y Literatura, Conocimiento del Medio, Temas transversales, Expresión plástica, Técnicas de estudio, Tareas de vacaciones…